Autor: Fernando Fernández, Farmacéutico Titular HL37 y Consultor Especialista en Gestión
Hoy me han pedido que prepare un pequeño resumen de lo que se puede considerar, a día de hoy, qué es un Titular de Oficina de Farmacia. “Es fácil”, pensé. No hay más que contar lo que hacemos todos los días, ¿verdad?. Pero como todo en la vida, una cosa es lo que deberíamos ser y otra muy distinta, es lo que realmente somos.
La mayor parte de las veces la propia imagen se ajusta más a la valoración de los que nos rodean que a la percepción que tenemos de nosotros mismos. Con esta idea, he acudido a diferentes fuentes para intentar desentrañar lo que se espera de un Titular. Acudí a la Legislación: “Se entiende por Director Técnico de la oficina de farmacia al farmacéutico titular-propietario de ella, sin el cual no podrá ser autorizada ni procederse a su apertura” … y me quedé frío.
En primer lugar, habla del término Titular, que según el Diccionario de la RAE se define como “que tiene s su nombre un título o documento jurídico que le identifica, le otorga un derecho o la propiedad de algo, o le impone una obligación”. Desde este punto de vista, el farmacéutico se responsabiliza personalmente de una parte funcional y física de la estructura de Atención Primaria del Sistema de Salud.
¡Qué vértigo!.
Nadie se imagina a un médico respondiendo personalmente del funcionamiento de un Centro de Salud, ¿o sí?
También habla el Legislador de que el farmacéutico titular debe ser propietario. Es decir, la cabeza visible de una empresa mercantil. Además de una empresa de la que responde con su patrimonio privado.
Pero yo lo veo de otra manera. Lo veo desde la posición del responsable de que, aunque la receta esté mal cumplimentada, el paciente salga con su medicación correcta, explicada y que además sea facturable para que no pague su totalidad. Lo veo como el que tiene que llamar al Centro de Salud para que reactiven un estupefaciente y no hacer subir al paciente oncológico hasta allí y que pierda toda la mañana, junto a las pocas fuerzas que le quedan.
Además lo veo como el que se preocupa de que su negocio cumpla con todas sus obligaciones fiscales en tiempo y forma. Como el que sabe que el costo de un empleado no se queda en el importe de la nómina (ojalá) o el que hace malabares con los recibos para que todo el mundo cobre cuando le toca y, para rematar, el que cobra cuando todos los demás ya han cobrado (muchas veces sólo lo que queda).
Como veis, estimados compañeros, definir la tarea de un Titular de Farmacia es una cosa bastante más complicada de lo que a priori aparenta. Somos lo responsables de “algo” que se rige por varios tipos de legislación (sanitaria, mercantil, laboral…). Además contamos con la inestimable ayuda de los planes de estudio oficiales, en los que en tres créditos de una optativa se barniza al alumno con conceptos de economía y gestión.
Comenzaba esta reflexión intentando perfilar la figura del Titular y quiero terminarlo admirado del espíritu emprendedor de gente que sin formación específica se embarca en un proyecto empresarial en el que se juega su patrimonio personal, carga con la responsabilidad de dar y mantener un trabajo del que dependen más familias, aguanta las continuadas bajadas de márgenes de un mercado hiperregulado …
Y, además, tenemos la osadía de preocuparse por sus pacientes. Y lo hacemos encantados.